Antecedentes

Desde la Guerra del Pacífico hasta la crisis de 1930, el salitre o nitrato de sodio constituyó el pilar de la economía chilena. Era la principal fuente de recursos del Estado chileno a través de los derechos a la exportación. El nitrógeno, en la forma de nitrato de sodio y potasio y sales amoniacales, era reconocido como elemento fertilizante para los vegetales, por lo menos desde fines del siglo XVIII o comienzos del XIX, y a partir de la década de 1830 el salitre de Tarapacá había encontrado un creciente mercado en Europa.

El consumo, sin embargo, no era necesariamente estable. La demanda de salitre solía variar de acuerdo con las vicisitudes del campo y los precios agrícolas en los países consumidores y la mayor o menor competencia que ofrecían otras sustancias nitrogenadas. Estas oscilaciones en las ventas repercutían de manera directa sobre el resto de la economía chilena. Como las exportaciones de salitre proporcionaban la mayor parte de las divisas que recibía el país, el valor del peso chileno fluctuaba conforme a los vaivenes del mercado salitrero. Cuando las cosas andaban mal, la baja en el valor de la moneda repercutía sobre los precios de los productos importados y el costo de la vida en general. También sufría efectos la agricultura chilena, la cual encontraba un buen mercado para sus productos en las provincias del norte, pues cuando caían la demanda y los precios del salitre en forma sostenida, los productores que tenían costos más altos paralizaban sus faenas y despedían a sus trabajadores, que regresaban a las ciudades y campos del centro y sur del país.

Las características de la industria salitrera favorecían su inestabilidad. Cuando los precios del salitre eran altos y las perspectivas de ganancia resultaban interesantes, se construían nuevas plantas u oficinas para la refinación del caliche o se ponían en funcionamiento aquellas que habían paralizado sus trabajos en los tiempos malos. A poco andar se generaba un aumento de las exportaciones y la consiguiente mayor oferta hacía que bajaran los precios, lo cual llevaba al cierre de las oficinas menos eficientes hasta que mejoraran los tiempos. Una forma de revertir esta situación era reducir artificialmente la producción a través de acuerdos o combinaciones salitreras que fijaban cuotas de producción para cada oficina conforme al consumo total estimado. Según Enrique Reyes Navarro, en el cuarto de siglo que media entre 1884 y 1909, la industria operó 18 años al amparo de combinaciones y sólo siete en un régimen de producción libre. Si bien estas restricciones a la producción mejoraban los balances de las compañías, las alzas de precio restringían el empleo del fertilizante y podían permitir especulaciones que generaban inestabilidad en los mercados.

18Más provechoso que la restricción de la oferta de salitre como medio para mejorar los ingresos de los productores era promover su uso entre los agricultores, de manera de aumentar el consumo. En 1888, luego de que no se llegara a acuerdo para prorrogar la Primera Combinación, las compañías británicas acordaron destinar una suma para propagar el consumo de salitre. La tarea estuvo a cargo del Comité Salitrero Permanente (Permanent Nitrate Committee) con sede en Londres, donde se fundó en noviembre de 1889, bajo la presidencia de John T. North y en el cual estaban representadas las principales sociedades productoras con sede en Gran Bretaña1. A poco andar las compañías alemanas crearon su propio grupo de trabajo en su país.

En 1894 se estableció en Iquique la Asociación Salitrera de Propaganda. El objeto de esta institución era Mantener i estender la propaganda en favor del consumo del salitre en los mercados consumidores i hacerla en lo posible en otros mercados2. Con este fin debía reunir toda la información que fuera necesaria incluyendo estadísticas de producción, exportación, consumo, precios y existencias. Además, y aunque no estaba contemplado en sus estatutos, la Asociación se constituyó en la organizadora de las sucesivas combinaciones salitreras.

Según el decreto que aprobó sus estatutos en 1896, el trabajo de la Asociación se financiaría con la suma que debían contribuir cada uno de los productores asociados a razón de un octavo de penique esterlino ,alrededor de 0,7 centavos, por cada quintal de salitre de 46 kilos. Esta contribución fue aumentada a 5/16 de penique en 1902 y a 3/8 de penique en 19123. Conforme al arreglo original, las sociedades salitreras domiciliadas en Inglaterra podían pagar su cuota directamente al Comité Permanente de Londres, el cual debía rendir cuenta de los dineros a la Asociación en Iquique.

La Asociación estaba dirigida por un consejo de 10 productores, o representantes de tales, residentes en Tarapacá y sendos delegados de los salitreros de Tocopilla, Antofagasta y Taltal. Esta distribución reflejaba la preeminencia de Tarapacá como región productora.

La Asociación estaría representada en el extranjero por el Comité Salitrero Permanente de Londres, la delegación en Alemania y las demás establecidas o que se establecieran en el futuro. La publicidad en los países de América Latina sería dirigida desde Chile. Para los restantes países se creaba en Londres un Subcomité de Propaganda compuesto por cinco miembros, tres de ellos nombrados por el Comité de Londres y dos por la Asociación en Iquique. La Asociación, con acuerdo del grupo de Londres, tenía la responsabilidad de nombrar a los delegados a cargo de la publicidad en cada país y fijar los presupuestos de gastos para cada uno. Estos delegados tenían libertad de iniciativa para sus trabajos, pero debían informar al consejo directivo de su labor y rendir cuenta de los gastos realizados4.

Cuando la Quinta Combinación Salitrera expiró en abril de 1909, los intentos para llegar a un nuevo acuerdo no fructificaron. La baja en los precios resultado de la venta libre, estaba generando una mayor demanda entre los agricultores y un aumento de las exportaciones. Los nuevos industriales, que tenían menores costos de producción, eran reacios a un nuevo arreglo y existía la conciencia de que medidas restrictivas favorecían, a la larga, a las sustancias nitrogenadas competidoras5. Por entonces, se habían producido otros cambios. Tarapacá había perdido supremacía como región productora en beneficio de la provincia de Antofagasta. A su vez, las sociedades nacionales, domiciliadas mayoritariamente en Valparaíso, reemplazaban a las compañías inglesas en la medida que la tributación en Gran Bretaña era más gravosa que en Chile.

En este contexto, la Asociación Salitrera de Propaganda fue reorganizada en 1911, en el marco de un debate entre los productores sobre el papel del Estado en la promoción del fertilizante. Al reformar sus estatutos, se consideró la posibilidad de trasladar su sede a Valparaíso, medida que se llevó a cabo dos años más tarde. Ello permitiría la injerencia más directa de las compañías chilenas y una cercanía con los poderes del Estado. Consecuencia de esta reforma, fue el reemplazo en Londres del Comité Permanente por el Comité Chileno del Nitrato, con atribuciones algo más amplias y con la participación de dos representantes del Estado en sus reuniones6. En los años siguientes, estos cargos fueron servidos por el Primer Secretario de la Legación en Londres y el Cónsul de Chile en esa ciudad, quienes informaban regularmente al Ministro de Hacienda sobre lo tratado en las reuniones semanales del Comité.

Debido a que el fisco chileno era uno de los principales interesados en el aumento de las ventas, el Gobierno se había sumado al esfuerzo de los productores. En diciembre de 1888, el Ministro de Hacienda envió una circular a todos los consulados chilenos solicitando información sobre el consumo de salitre en sus respectivos distritos y sobre las posibilidades que existían para aumentar su uso7. En los años siguientes, la promoción de las ventas de salitre se constituyó en uno de los principales objetivos de la política exterior chilena. Fue así como el establecimiento de relaciones diplomáticas con Japón en 1897 y con China en 1915, obedeció al deseo de aumentar las ventas de salitre en esos países. Algunos de los carteles publicitarios, que aquí se reproducen, son testimonio de los esfuerzos desplegados  para convencer a los agricultores de esas regiones, sobre las bondades del fertilizante chileno.

El esfuerzo oficial no se limitó al trabajo de los representantes de nuestro país en el extranjero. En 1897 se asignó una suma en el presupuesto de Hacienda, la que se mantuvo hasta 1901. El aporte fiscal se reanudó en 1906 fijándose para ese año la suma de £36 mil, cifra que superaba el total reunido por los productores.

Estos aportes se mantuvieron hasta la víspera de la Primera Guerra Mundial. En 1907, y paralelo a esta mayor participación del Estado, se creó la Inspección Fiscal para la Propaganda Salitrera, en cuyo cargo se designó a Alejandro Bertrand. Fue en gran parte debido a la actividad de Bertrand que el Fisco mantuviera y aumentara sus aportes en los años inmediatamente siguientes, sin perjuicio de la oposición que esta ayuda concitaba en algunos sectores del Congreso8.

Una mirada a la industria salitrera en vísperas de la Primera Guerra Mundial, ponía en evidencia las dificultades que enfrentaba. El principal competidor de nuestro producto era el sulfato de amoníaco, un subproducto de la destilación de la hulla en la fabricación de gas de alumbrado, el cual tenía la ventaja de contener una mayor proporción de nitrógeno por kilo en relación con el salitre. En 1913, Alejandro Bertrand afirmaba: Hace treinta años, el sulfato suministraba al mercado apenas la quinta parte del ázoe que el salitre, hoi cerca de las tres cuartas partes9. Un estudio más extenso del propio Bertrand identificaba otras amenazas, como las que provenían de la cianamida de cal, del ácido nítrico sintético desarrollado en Alemania por la Badische Anilin und Soda Fabrik (BASF). Estos avances tecnológicos en la moderna industria química ±concluía- tendían a ™disminuir el costo de la unidad de ázoe sin que se apreciara en Chile un impulso organizador técnico y comercial? para responder a estos desafíos10.

El estallido del conflicto europeo alteró temporalmente el panorama y postergó los proyectos de reorganización de la industria. En muchas regiones del norte de Europa donde el salitre era empleado como abono, los terrenos de cultivo se habían convertido en campos de batalla. Las dislocaciones en las redes de transporte causadas por la guerra marítima y las exigencias militares repercutieron con fuerza sobre las exportaciones; pasaron varios meses antes de que se reactivara la demanda por salitre, ya no como fertilizante sino para la fabricación de explosivos. Conscientes de la necesidad de mantener la imagen del salitre en la vista de los agricultores, durante estos años se mantuvo el trabajo publicitario, aunque las primeras estrecheces llevaron a reducir los gastos al mínimo11.

Tanto las autoridades chilenas como las compañías salitreras, estaban conscientes de que el término de las hostilidades traería grandes cambios en la industria y que era necesario adoptar medidas para hacer frente a los nuevos desafíos. Las ideas sobre la racionalización de la industria iban unidas a una mayor intervención del Estado en la misma, según las tendencias ya advertidas. Fue en este contexto, que en 1919 se creó la Asociación de Productores de Salitre de Chile en reemplazo de la organización anterior.13

La nueva Asociación continuó con la tarea de llevar a cabo la propaganda comercial y científica del salitre y de recopilar estadísticas. Sin embargo, sus objetivos iban mucho más allá: apuntaban a una regularización del comercio de salitre destinada a frenar la especulación, y al fomento de la industria, con lo cual se podría enfrentar mejor la competencia. La Asociación de Productores debía fijar cuotas anuales de exportación, centralizar las ventas y fijar precios. Sus objetivos incluían el fomento de nuevos procedimientos de producción y el estudio de otras medidas que permitieran abaratar costos, a la vez que podría establecer agencias y depósitos de venta de salitre en el extranjero ™para regularizar su provisión y consumo?12. La Asociación era dirigida por un directorio de 22 miembros, cuatro de los cuales eran nombrados por el Presidente de la República. A su vez, el Estado volvía a contribuir a los gastos de publicidad, aunque en proporción menor al período anterior13. A raíz de estos cambios, se creó una Delegación General de la Asociación con sede en Londres, con la tarea de profundizar en el estudio de los mercados salitreros, trazar el programa de propaganda técnica y comercial y organizar el sistema de ventas en los distintos mercados14.

En 1927, el gobierno de Ibáñez, impuso la liberación de las ventas de salitre a la Asociación de Productores. Al mismo tiempo la Ley N° 4.144 de junio de ese año creaba la Caja de Crédito Salitrero y la Superintendencia de Salitre y Minas que canalizarían parte del impuesto a la exportación, a la modernización de la industria y el desarrollo de la publicidad15. Era una manera de reducir la carga tributaria que pesaba sobre el precio del salitre y que le restaba la competitividad. La intromisión estatal en la industria salitrera culminó con la organización de la Compañía de Salitres de Chile (COSACH) en 1930, la cual tomó a su cargo la labor de publicidad, fomento del consumo y la recopilación de estadísticas.

La COSACH, nacida en plena crisis mundial y cargada con una fuerte deuda, entró en falencia al poco tiempo y debió ser liquidada. Se conservó, empero, el estanco del salitre, el cual fue transferido a la Corporación de Ventas de Salitre y Yodo de Chile (COVENSA) creada por Ley N° 5.350 de enero de 193416. La concesión del estanco se hizo por un plazo de 35 años a contar del 1° de julio de 1933, fecha de inicio de sus operaciones. Junto con este monopolio, la COVENSA heredaba también las labores de publicidad y estadísticas, que quedaron a cargo de un departamento con ese nombre. De él dependían tres delegados en el extranjero: uno en Europa con sede en Londres, otro en Estados Unidos y un tercero para Argentina, Brasil y Uruguay. Los dos primeros presidían sendas organizaciones comerciales: la Nitrate Corporation of Chile Ltd. y la Chilean Nitrate Sales Corporation de Nueva York, que atendía el mercado norteamericano y de los países vecinos. A su vez, la Nitrate Corporation tenía sociedades filiales en Francia, Bélgica, España, Holanda, Alemania y Egipto, que eran los principales mercados consumidores en esa parte del mundo. Los demás territorios europeos eran atendidos directamente desde Londres17. Este régimen perduró, con algunas modificaciones, hasta 1968.

El resultado del esfuerzo de los productores y del delegado fiscal de propaganda, fue el aumento significativo del consumo en los mercados tradicionales y la apertura de otros nuevos. Las primeras delegaciones se establecieron a partir de 1898 en Alemania, Bélgica y Holanda, España, Estados Unidos, Francia, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, Italia y Rusia, que corresponden con excepción de este último país a los principales destinos de las exportaciones18. Un informe de 1903, muestra que los fondos para trabajos publicitarios estaban concentrados en los países ya mencionados, pero también figuran Portugal, Suiza, Escandinavia, (Suecia, Noruega y Dinamarca), Egipto, algunas colonias británicas y los territorios franceses en Argelia19.

Para la víspera de la Primera Guerra Mundial había 17 delegaciones que trabajaban en 29 países.

Para la promoción del consumo, los encargados de la publicidad gestionaban o apoyaban investigaciones destinadas a demostrar en forma científica los mayores rendimientos que se podían obtener mediante el empleo de salitre; las escuelas agrícolas podían contar, además, con muestras gratis para sus experimentos, recibían fotografías y ™juegos de vistas luminosas para linterna? ±antecesoras de las diapositivas- para sus lecciones.

Además, se organizaban concursos en las distintas exposiciones agrícolas para los mejores resultados con la aplicación de salitre; se daban conferencias, se publicaban artículos y se distribuían folletos a los agricultores para difundir su empleo en los diversos cultivos. En ellos se comparaban los resultados logrados con y sin la aplicación de salitre, y se demostraban que, no obstante el costo adicional involucrado, quedaba una mayor ganancia al tiempo de las cosechas20.

Las campañas publicitarias incluían la confección de carteles como los que aquí se reproducen. Esta es una selección del material que se conserva en el Archivo Nacional de Chile que fueron de la Asociación en Londres y su selección ha obedecido tanto a criterios artísticos como históricos. Quedan como un hermoso testimonio de lo que fue un esfuerzo pionero en la promoción de las exportaciones chilenas.

Juan Ricardo Couyoumdjian

Fuente: Carpeta Imágenes del Salitre

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1 Enrique Reyes Navarro, Salitre Chileno, mercado mundial y propaganda (1889-1916). Labor del fiscal don Alejandro Bertrand. (Iquique, 1986), p. 42. Sobre el origen y desarrollo de este comité véase el documento de Harcourt  Paine, “Breve descripción del origen y desenvolvimiento en relación con la propaganda del Permanent Nitrate Committee (1889-1911) y del Chilean Nitrate Committee (1911-1916)”. Marzo 1916,  Archivo  de la Nitrate Corporation of Chile, File 911, (actualmente en el Archivo Nacional de Santiago). También E. Samper y W. Michels, La industria el salitre en  Chile… (Santiago, 1908), p. 141.
2   Boletín de Leyes  y Decretos, Libro LXV, Tomo II, 1896, pp. 327-337.
3   Paine, op. cit.
4   Ver nota 3 y Vicente Echeverría Larraín, “El Comité Salitrero, órgano central de la actividad salitrera en el extranjero”, en Semana del Salitre celebrada en Santiago de Chile, abril 1926 (Santiago, 1926), pp. 414-419.
5   J. R. Brown, “Nitrate Crises, Combinations and the Chilean Government in the Nitrate Age”, Hispanic American Historical Review, Vol 43, N° 2, mayo 1963, pp.243-245.
6   Véase El Mercurio, Valparaíso, 30-3-1911, p. 9; Id., 5-4-1911, p. 9; Report for the Year 1913 on the Trade of the Consular District of Iquique, Londres, H.M.S.O., 1914, p. 6; A. Bertrand to Harcourt Paine en Londres,  5-2-1913, Archivo de la Nitrate Corporation of Chile, File 911 (actualmente en el Archivo Nacional de Santiago).
7   Harold Blakemore, Gobierno chileno y salitre inglés 1886-1896: Balmaceda y North, (Santiago, 1977), p. 57.
8   Enrique Reyes Navarro, Salitre de Chile, apertura, inversión y mercado  mundial, 1880- 1925, (Santiago, 1944), pp. 15-21.
9   Ministerio de Hacienda, Memoria sobre el mercado del ázoe en 1913 remitida por el Inspector Fiscal de Propaganda Salitrera, (Santiago, 1914), p. 21.
10  Alejandro Bertrand, Estudio sobre la industria y comercio de sustancias azoadas… presentado al Ministerio de Hacienda de la República de Chile (Santiago, 1915), passim.
11  Paine, op. cit.
12  Juan Ricardo Couyoumdjian, Chile y Gran Bretaña durante la Primera  Guerra Mundial y la Postguerra, 1914-1921, (Santiago, 1986), pp. 188-189.
13  Alfredo Santander, “Asociación de Productores de Salitre de Chile” en Semana del Salitre…op. cit. pp. 52-55 y 64-65.
14  Echeverría Larraín, op. cit., pp. 414-419
15  Patricio Bernedo, “Prosperidad económica bajo Carlos Ibáñez del Campo”, 1927-1929, Historia 24 1989, pp. 34-37; Ana Victoria Durruty, Salitre harina de luna llena, (Antofagasta, 1993), p. 120.
16  Ver Ministerio de Hacienda, La Industria del Salitre de Chile (Santiago, 1935), Tomo III. pp. 1623-1648.
17  Fernando Álamos Junemann, La Corporación de Ventas de Salitre y Yodo de Chile, Memoria para optar al grado de Licenciado de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Chile (Santiago, 1948) pp. 22-23.
18   Memoria del Delegado Fiscal de Salitreras presentada al señor Ministro de Hacienda en 1894 (Santiago, 1894), p. 66.
19   Memoria del Delegado Fiscal de Salitreras presentada al señor Ministro de Hacienda en 1903 (Iquique, 1903), p. 32. 20   Ibíd., pp. 63-72; Reyes Navarro, Salitre de Chile….op. cit., pp. 91-97.